Nace de la necesidad de legitimar el acto de declarar amor. Concebimos este acto como un gesto vital; un gesto que se activa desde la urgencia del individuo por emanciparse, proponerse y darse la oportunidad de existir, crear y dialogar. Declarando generamos acciones y reacciones. Declaramos con un discurso verbal y corporal. Declaramos: Amor es obvio. Declarar amor es acción. Declarar amor es colisión. Declarar amor es potencial. Si vivir es (políticamente) un acto violento, amar se convierte en un acto de supervivencia, un gesto vital, afirman los directores.
Este trabajo surge de la investigación sobre las relaciones entre danza, movimiento, pedagogía y el desarrollo de nuevas aproximaciones procedimentales hacia la práctica escénica. En esta oportunidad Javier Vaquero además de dirigir comparte escenario con Alejandro Días Penagos, en una puesta en escena que transita por la danza, el teatro y el performer.
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