Lero, lero, yo te quiero

Transcurre en un colegio donde un estudiante de séptimo grado matonea constantemente a sus compañeros y ahora se enamora perdidamente de una chica. Sus amigos se preocupan por el cambio que ven en él pues ahora suspira y está distraído; no golpea, no insulta, no agrede, solo contempla el paisaje. Como nunca ha sido sensible, no sabe cómo dirigirse a ella para pedirle una cita y expresarle su interés. Recurre entonces con amenazas al mejor estudiante de lenguas para que escriba una carta para ella. La carta resulta apropiada, pero la manera para hacérsela llegar, termina por desatar la ira de la muchacha, pues es el más inapropiado y absurdo que pudieran utilizar. Pero al final el amor logra sensibilizar al joven matoneador y convertirse en un ser pacífico que ya no provoca más violencia en sus compañeros.

Esta historia plantea una profunda reflexión sobre el matoneo y sus consecuencias, la soledad y el aislamiento que genera la agresión. Es necesario buscar caminos más acertados para tener amigos, enamorarnos o convivir con nuestros compañeros de manera armónica.

En esta puesta en escena, buscamos que el niño vea como es y como se hace el teatro por dentro, sin trucos, para quitarle la idea, de que el teatro es un evento de ilusionismo, para que lo vea como un resultado de la imaginación, sin artificios, es desnudar el teatro ante el público, (teatro dentro del teatro).

 

 

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