Ocho días para escoger obras

El stand up, dos gringos, una familia que cuenta su historia y hasta un pato, se toman los teatros de Bogotá este fin de semana, todo para que cada vez más personas vivan el buen entretenimiento y hagamos de este un plan divertido cada vez. No hay excusas, como siempre, hay para todos los gustos, horarios y presupuestos…

Dos mujeres sin camino

Yaneth Waldman, con su dulzura, su carisma y su característica sonrisa, nos presentará su stand comedy ‘No nací para sufrir’, en el que, sin rodeos ni tapujos, se atreve a decir las mentiras y las verdades que cualquier otra mujer escondería. Alejandra Azcárate, con su humor negro, dará a los espectadores el gozo de un espectáculo de la cruda y divertida realidad. Los celos, la constante búsqueda de pareja, las frustraciones, el matrimonio, los ex, la luna de miel, las suegras, la convivencia el sexo

Ricardo Quevedo y Bobby Comedia

Estos dos reconocidos representantes del stand up comedy latinoamericano, Bobby Comedia (Venezuela) y Ricardo Quevedo (Colombia), conforman una divertida dupla, que además hacer parte del colectivo de humor latinoamericano ‘La culpa es de Colón’ y de haber estado juntos en numerosos escenarios en países como Argentina, Chile, Colombia, México, Australia, Panamá, Guatemala, Estados Unidos, son implacables a la hora de hacer reír al público. 

El patito feo

La historia se remonta a la época de la esclavitud en un país lejano, en donde Bella, una chica adolescente, se enamora de Amador pero son separados por los padres de la joven y venden a Amador a un pirata llamado Barbanegra. Una mágica aventura por países y lugares encantados, un castillo embrujado, un tesoro protegido por una poderosa bruja que maldice a Amador, convirtiéndolo en una Bestia y una rosa encantada que reúne nuevamente a Amador y a Bella crean la historia en la que puede que alguien muera.

Arizona

En esta coproducción internacional (México – España) George y Margaret esperan en medio del agobiante desierto la oportunidad de reflexionar con sus vecinos del sur. Pero a las pocas horas queda claro que la única reflexión que conoce buena parte del género humano es la violencia. El viento, el silencio y los absurdos diálogos de estos dos seres patéticos en sus intenciones son el corazón de un texto tan árido como las arenas de ese desierto que les rodea. 

La historia del señor M

Esta obra es el resultado de un año de entrevistas y transcripciones a una familia bogotana. Las preguntas fueron dos: ¿qué recuerdan de ellos mismos? Y ¿Qué recuerdan de su padre?, quien está ausente. “Fuimos una familia numerosa que vivía en el sur de Bogotá. Mi padre trabajaba en una fábrica de productos de caucho. Con ese posible salario mínimo “sacó adelante” a sus siete hijos. Su objetivo principal siempre fue la educación; sin embargo, la violencia que ejerció sobre nosotros fue una condición que nos marcó para siempre a mí y a mis hermanos. Lo particular de esta violencia es que cada uno de nosotros la vivió y la entendió de distintas formas que van desde el dolor, el resentimiento y también el amor”.

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