aborda con humor negro las distintas situaciones que debe sobrellevar un hombre a puertas de los cincuenta, tratando de “…echar el tiempo atrás, o por lo menos detenerlo, antes del último y definitivo ‘extintor’ de la juventud”. La obra es una burla ‘cáustica’ que hace Diego Trujillo de sí mismo, pero a su vez, se convierte en un espejo para quienes sufren los padecimientos propios de los cuarenta. “Porque el único camino, digno, para sortear la crisis de la mediana edad, es reírnos de nosotros mismos y tratar de creer que, de pronto, no todo está perdido”.
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