Carmen

Cuando Johan Inger recibió el encargo de la CND, de montar una nueva versión de Carmen, siendo él sueco y Carmen una obra con un marcado carácter español, se encontró ante un enorme reto, pero también una gran oportunidad. Su aproximación a este mito universal tendría que aportar algo nuevo. Para ello, Inger decidió centrarse en el tema de la violencia, aproximándose a ella a través de una mirada pura y no contaminada… la de un niño. Partiendo de este enfoque, Inger crea un personaje, que propicia que seamos testigos de todo lo que pasa, a través de sus ojos inocentes, a la vez que contemplamos su propia transformación.
 
“Hay en este personaje un cierto misterio, podría ser un niño cualquiera, podría ser el Don José de niño, podría ser la joven Micaela, o el hijo nonato de Carmen y José. Incluso podríamos ser nosotros, con nuestra primitiva bondad herida por una experiencia con la violencia que, aunque breve, hubiera influido negativamente en nuestras vidas y en nuestra capacidad de relacionarnos con los demás para siempre”, señaló el coreógrafo, Johan Inger.

La escenografía muy limpia, cuenta con nueve prismas que al girar construyen la ambientación para cada escena. Por su parte, el vestuario del David Delfín tiene un toque español que se acerca sutilmente a los años sesenta. La música es de Georges Bizet y Rodion Shchedrin, la música adicional original es de Marc Álvarez, la dramaturgia de Gregor Acuña-Pohl, y la escenografía de Curt Allen Wilmer.

La historia comienza con Carmen trabajando como cigarrera en la fábrica donde ha reñido con una de sus compañeras, por lo que es arrestada por el capitán Zúñiga. Carmen seduce al sargento José para que éste olvide su deber y la ayude a escapar, convirtiéndolo además, en contrabandista y ladrón. Más tarde, la gitana se enamora del joven torero Escamillo. José, al verse traicionado por Carmen, la mata de una puñalada.

En esta historia, Carmen juega con los sentimientos de tres hombres: Don José, el torero Escamillo y Zúñiga. Los famosos protagonistas de la novela de Merimée están ubicados en una plaza de toros, que simboliza la vida.

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Coreografía:
Johan Inger

Dramaturgia:
Gregor Acuña-Pohl

Música:
Georges Bizet y Rodion Shchedrin

Escenografía:
Curt Allen Wilmer

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