Para muchos, es usual pensarse como seres tranquilos y civilizados, sin embargo, en una sociedad contemporánea donde el entorno se siente cada vez más desafiante y el miedo es la noticia de cada día; la paranoia colectiva puede convertirse en un lugar común para coincidir con ese otro a quien consideramos desconocido. De esto se trata Panikós, un performance donde la interacción con el público hace que se vean esos medios tonos que se quedan por llenar, donde se cuestiona al otro, quién es y qué hace, pero donde es difícil reconocerse a uno mismo.
Con una singular organización de la sala, donde los asistentes se ubican en círculo en torno a los dos personajes, se hablará sobre las maneras para identificar a un terrorista. En ella el público pasa de ser observador a participante de la conversación, una que a medida que avanza la obra se torna más inquietante. Esta disposición a modo de mesa redonda permite que la interacción de los protagonistas atraviese a los espectadores; convirtiéndose en la mejor manera de hacerlos dudar de su forma de pensar, actuar y hasta de sus propios valores. Además pueden decidir el final de la pieza.
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