Esta obra escrita y dirigida por José Luis Díaz Palacios, tiene de protagonista a la muerte, que es encarnada en la historia por Aspirina. Un personaje se sumerge en lo profundo de la narración poniendo a prueba la capacidad humana frente a la decisión de Clara: matar, o no, al presunto asesino de su hijo. Clara es una madre como cualquier otra, cuyo único tesoro era su hijo, quien acaba de fallecer.
En esta puesta en escena, el dramaturgo cuestiona la indolencia del ser humano que tiene frente a la muerte. La obra está cargada de humor negro y abre un espacio para la burlarse de lo cotidiano y lo banal que empieza a ser la muerte para una sociedad, en especial la causada por hechos antinaturales, como la desaparición forzada, que es provocada por la misma guerra. Una apuesta arriesgada pero necesaria. Díaz Palacios trata de abrir espacios de discusión en torno a la realidad latinoamericana. Una temática que el teatro colombiano ha estado explorando de manera constante y que ahora está viendo los resultados en los reconocimientos que grupos como El Fuelle han recibido de los estímulos de Mincultura. Al exigir que se mantengan abiertas las conversaciones en torno a este tipo de problemáticas.
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